Hola

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Cuentos motores

Los animales de la granja

granjaHabía una vez un hombre que vivía en una granja. Todos los días se levantaba muy temprano (Bostezar como sí nos estuviéramos levantando). Siempre lo hacía cuando cantaba su gallo Kiriko (kíkiríki, kíkíríkííiíí, …. ). Luego se lavaba y después desayunaba leche y unas tostadas de pan muy ricas (Abrir y cerrar la boca primero despacio y después rápido, aumm, aumm,…. imitando comer). Seguidamente, se iba a cuidar a los animales. Primero limpiaba las cuadras donde estaban, y lo hacía cantando (lalalala, lalala lalalala lale, lalalala lá lalalali,…. se pueden seguir inventando diferentes ritmos).
Todos los animales estaban muy contentos porque veían que el granjero estaba contento y lo dejaba todo muy limpio para que ellos estuvieran a gusto. Después de haberlo limpiado todo, empezaba a dar palmadas (distintos ritmos de palmadas), diciendo:
- Todos a comer.
Y todos los animales se relamen, porque ya tenían hambre (mover la lengua de un lado para otro pasándola por los labios de arriba y luego por los de abajo, despacio y rápido. Luego apretar los labios uuummmm, uum, uumm, … ) y se preparaban para recibir la comida.
El granjero empezó a darle de comer a las gallinas:
- Hola gallinitas, (pita, pita, pita, pita, piíita,….)
Las gallinas lo recibían muy contentas (cooooco, cococoooooco, ….) y los pollitos también (pío pío píooo…) y empezaban a picar el trigo que les echaba.
Después siguió con los patos:
- Hola patitos, y silbaba para llamarlos (intentar silbar varias veces, aunque solo salga el soplo).
Los patitos acudían rápidos (cuaca, cuaca, cuaaa…) y comenzaban a comer.
Luego se iba a donde estaban otros animales, la vaca, el cerdo, las ovejas y las cabras, a los que también saludaba.
-Hola, hola, (Hacemos participar a los niños para que digan varias veces el saludo, para que les puedan contestar los animales).
Y todos los animales contestaban alegres (la vaca: muuu, muuu, muuu,…. el cerdo: oinnn oiíinnn oíiínnn,…. las cabras y las ovejas: beeee, beeee, beeee, …. ) y se pusieron a comer.
Por último acudió corriendo su caballo (tocotoc, tocotoc, tocotoc,..) y también los conejos, porque ellos también querían comer. Y cuando les dio la comida, empezaron a mover su boca (movimiento de labios cerrados, abiertos, lento, y algo más rápidos), y allí se quedaron todos.
El granjero, cuando acabó la tarea, se fue a su casa a comer y a descansar un poco.
Cuando llegó la tarde fue al campo con su perro, los dos iban muy alegres; el granjero cantando (lalala lá, lalala lala lala la,….) y el perro lo acompañaba (guauu, guauu, guau guau guauuu,…).
Iban alegres porque tenían que cortar hierba para que los animales de la granja, tuvieran comida al día siguiente.
Cuando acabaron volvieron a la granja igual de contentos (repetir lo anterior, si se quiere con otros ritmos).
Al final del día se fueron a cenar, y después a dormir (Inspirar por la nariz y echar el aire por la boca, como haciendo el dormido).
Todos los animales de la granja, también dormían felices, porque tenían un granjero que los cuidaba muy bien, y por eso lo querían mucho.
Por eso, siempre que se cuida bien a los animales, nos querrán mucho.
Colorín, colorado...


El payaso risitas

payasoHabía una vez un payaso que no sabía reír y además cuando salía en el circo tampoco hacía gracia a los niños que iban a verlo.
El payaso estaba muy triste (Poner cara triste, apretando labios suavemente y entornando los ojos). Pero un dio cuando estaba medio dormido y pensando qué hacer para no estar triste y hacer reír a los demás, apareció su hada madrina, y le preguntó:
- ¿Qué te pasa?.
- Pues que cuando salgo al circo y hago la función, nadie se ríe. Vamos, no me río ni yo. Mira no se me mueve ninguna parte de mi cara, ni puedo levantar ni brazos ni pies, de triste que estoy.
- Bueno esto se va a solucionar muy pronto.
Entonces, sacó su varita mágica, y dijo unas palabras:
- Pata tááá pata tííí todo el mundo a reír. (Repetir).
- ¿Ya está?, preguntó el payaso.
- Ya está,- le contestó -; en la próxima función, lo veremos.
Pero antes tengo que comprobar si tienes preparado la cara y todo el cuerpo para hacer reír a la gente. Tienes que moverlo todo, y entonces seguro que harás reír a todos y tú también te reirás y estarás alegre. Yo te acompañaré. (Los niños acompañan todos los movimientos para ayudar al payaso).
Y así lo hizo:
(Empezó a mover los ojos, abriendo y cerrando los dos a la vez, uno y otro alternando). (Luego continuo con los labios, haciendo pedorretas, juntándolos y separándolos sin hacer y después haciendo ruido, poniéndolo uno encima de otro, poniéndose serio y con sonrisa).
El payaso, cada vez se iba poniendo más contento, porque cada vez movía más y mejor las partes de la cara. Siguió con la lengua (moviéndola de un lado para otro, de arriba a abajo, intentando tocar la nariz, dentro y fuera, paseándola por los dientes, rápido y lento).
Después hizo como si fuese a inflar un globo (tomaba aire por la nariz y soplaba suave por la boca, después más fuerte para inflarlo mejor, incluso soplaba tres veces seguidas).
Todo iba saliendo muy bien y seguía más animado.
(Luego empezó a repetir palabras acompañado de palmadas: pa-lo, pa-ta-ta, so-pa, mo-no, ca-fé, si-lla, ven-ta-na, ni-ño, pozo, de-do,… Siguió diciendo expresiones inventándose diferentes ritmos: ooooeeeee, hooolaaa, hola holaaaa., aíi, aíiiíí, aíiíí, eoo, eoo eooooo)
Cuando el payaso vio que todo le había salido estupendamente sonrió y le dio las gracias a su hada madrina, y se despidió de ella:
- ¡Adiós, adiós, muchas gracias!.
Entonces el payaso actuó al día siguiente y mucho mas días, y todos reían con las cosas que hacía (jajaja ja, jejejeje, jijijíji, jojojojojo, jujujuju)
Nunca más estuvo triste, y siempre estaba alegre y riendo.
Desde entonces le llamaban el payaso risitas.
Por eso siempre debemos intentar estar alegres y contentos, para que los demás también lo estén.
Colorin, colorado,…



El niño que no sabía comer

niño comiendoHabía una vez un niño que todos los días al levantarse (abrir la boca como sí nos estuviéramos desperezando, inspirar por la nariz y echar el aire por la boca diciendo aaahhhh) iba a desayunar. Para beber la leche no apretaba los labios y se le caía casi toda (abrir y cerrar los labios de forma relajada, para beber), y algunas veces hacia pedorretas y aún se le caía más (Inspirar por la nariz y soplar haciendo pedorretas con los labios), y las tostadas se las comia con la boca abierta y se le caían todas las migajas por el cuerpo (Hacer como que estamos comiendo con la boca abierta).
Después, cuando le tocaba la hora de la comida, le pasaba algo parecido. Empezaba a comer la sopa y hacia mucho ruido.
Primero soplaba fuerte para enfriarla y derramaba mucha (Inspirar por la nariz y soplar fuerte por la boca, varias veces), y luego metía la boca en el plato y daba grandes sorbetones, haciendo bastante ruido (Tomar aire por la boca como si estuviéramos absorbiendo la sopa).
Para comerse un filete con patatas, lo cogió con la mano y lo metió en la boca, (moviéndola de un lado para otro, de arriba a abajo, abriéndola mucho y muy rápido). Parecía un animal hambriento.
Por la noche se comía una copa de nata con chocolate, y no veas cómo se ponía la cara y toda la ropa. (Sacaba la lengua mucho y la movía rápidamente de un lado para otro, hacia arriba, hacia abajo, pasándola por los labios). Más que un niño parecía un cerdo o un caballo, con esa lengua tan grande.
Pero una noche, pasó algo sorprendente, estupendo. Cuando estaba el niño durmiendo (Inspirar por la nariz y echar aire por la boca suavemente), apareció un duende, que tenía poderes mágicos, y le dijo unas palabras contando: (- Lalaliií, lalalaaa, mañana comerás, – Lalaliíí, lalaleee, mañana comerás bien, Y así lo repitió varias veces.)
Entonces al día siguiente cuando se despertó (Inspirar por la nariz y echar el aire por la boca, desperezándose, diciendo aaahhh), se fue a desayunar, y se bebió la leche sin caerse una gota (glu glu glu…), las tostadas se las comió estupendamente (moviendo la boca cerrada de un lado para otro y suavemente). Su familia estaba sorprendida, de lo bien que había desayunado. Pero cuando llegó la comida, aun se quedaron más sorprendidos, porque comió mejor todavía con cuchillo y tenedor y moviendo la boca muy bien (hacer esto último), y no se le caía nada a la ropa, ni al suelo.
Con la copa de nata y chocolate que se comió de postre, no se manchó nada. (Sacar la lengua moviéndola despacio, de un lado para otro y juntando los labios uno sobre otro saboreando la copa, uuuhhmmm).
Todo lo hizo muy bien. Todos estaban tan contentos, que aplaudieron (palmadas con ritmo dirigidos).
A partir de ese día siempre comió muy bien.
Por eso, el que come bien y con educación, será un campeón.



¡HE AQUÍ EL DOMADOR!

HE AQUÍ EL DOMADORÉrase una vez un niño que se llamaba…(decir todos los niños de la clase) y que tenía vuestra edad, más o menos. A este niño, desde que nació, desde que era pequeñito pequeñito y estaba en la barriga de su mamá, (nos agachamos y nos tumbamos simulándolo) le gustaba jugar a ser animales. A veces hacía que era un gato (miau…miau…) e iba dando zarpazos; otras veces, pensaba que era un perro (guau…guau…), incluso hacía pis como ellos. También le gustaba volar como los pájaros y arrastrarse como las serpientes. ¡Y como los caracoles!, como los caracoles también, aunque eran muy lentos. (imitamos la forma de moverse y comunicarse de todos los animales)Pero los animales que más le gustaban del mundo… eran los leones (grrrrr…..). Como corrían y saltaban de un lado para otro, como se ponían a dos patas y volvían a correr. Pero sobretodo le gustaba como gruñían (nos convertimos en fieros leones).

Un día, este niño estaba con su mamá viendo la televisión, se estaba quedando dormido: bostezaba, se estiraba y se acurrucaba…cuando…¡de repente! (hacemos como si nos estuviéramos quedando dormidos) Oyó: ¡CIRCO, CIRCO! ¡VEN AL CIRCO Y DISFRUTA CON NUESTRO DOMADOR DE LEONES! ¡EL INCREIBLE, EL MÁS VALIENTE! ¡CIRCO, CIRCO!
El niño se levantó, gritó y saltó de alegría por toda la casa; cogió a su madre de la mano y se la llevó tirando hasta un asiento en la primera fila del circo, donde se sentaron a observar muy contentos (hacemos lo que nos índica el párrafo imaginándonos que llevamos a nuestra mamá de la mano).
En ese mismo instante, apareció el domador con su aro y su látigo. Tiraba el aro hacia arriba y lo volvía a coger, a veces se agachaba, lo tiraba y lo recogía. Así hasta 5 veces. Daba latigazos al suelo (zas, zas, zas…) ¡e incluso lo usaba para saltar a la comba! ¡Era espectacular! (realizamos las diferentes acciones).
El domador estaba muy emocionado con su actuación; tanto, que no se dio cuenta de que un león se había escapado de su jaula y sigiloso, muy despacio y en silencio, con la boca abierta… se acercaba hacia él (en este caso hacemos como si fuésemos el león y nos comportamos acechantes)
Nuestro niño lo vio y sin dudarlo ni un momento, saltó de su asiento, se puso delante del domador y … armado de valor, miró a los ojos al león, levantó un dedo y dijo: ¡QUIETO! (imitamos al niño). El silencio reinaba en el circo. ¿Qué pasará? Se preguntaban todos. El león cerró la boca y se sentó al lado de nuestro niño. Quieto, tranquilo y con la boca cerrada. Todo el mundo aplaudió y vitoreó a nuestro héroe. Entonces, el domador, que estaba muy asustado, se quitó su traje, lo dejó en el suelo y se fue. Nuestro niño, lo recogió: se puso los pantalones, la camisa, la pajarita, y la chaqueta (hacemos como que nos vestimos). Cogió el aro y el látigo y desde entonces ha sido el mejor domador de leones del mundo. ¡Ah! ¡Hasta se dejó bigote! Ha pasado un poco el tiempo y se ha hecho mayor pero… ¿Lo queréis conocer?
EL MAGO PINCELÍN
¿Queréis conocer la historia del Mago Pincelín?
El Mago Pincelín vive en lo alto de una colina, para llegar a su castillo hay que subir muchísimas escaleras, pero muchas, muchas de verdad. Cuando los niños querían ir a verle a su casa para que les enseñara sus trucos, primero tenían que subir 3 escaleras (los niños simulas subirlas) Pero cuando las subían allí sólo había unas estatuas señalando las siguientes escaleras (quietos como estatuas) Después tenían que subir 4 escaleras, pero cuando llegaban arriba, todo estaba lleno de saltamontes que, saltando y saltando les llevaban hasta las siguientes 5 escaleras, pero allí sólo había un río, que tenían que atravesar saltando entre piedritas (ladrillos) y así llegaban hasta las últimas 6 escaleras, y cuando las subían todo estaba lleno de globos de colores que tenían que explotar con el culete si querían ver la entrada del enorme castillo. (El castillo lo podemos crear con varias colchonetas o delimitando un espacio con tiza)
Tan alta, tan alta estaba la colina en la que vivía el Mago Pincelín, que cuando los niños llegaban hasta la puerta de su castillo, estaban ya tan cansados que cuando entraban se quedaban dormiditos en el suelo y no podían jugar con él.
Así que el Mago Pincelín, cansado de no poder jugar con nadie y de no poder mostrar sus fabulosos trucos de magia a los niños, decidió bajar de su colina, pero no creáis que tuvo que bajar todas esas escaleras no, se montó en su escoba mágica y bajó en un santiamén (con picas simulamos volar en nuestras escobas mágicas)
Cuando llegó al final de la colina, se puso a buscar niños y niñas para enseñarles sus trucos de magia, pero en la calle no había nadie, y no sabía dónde buscar ¿dónde creéis vosotros que podría encontrar niños?
Fue al colegio, pero allí no había nadie, ni siquiera estaban las puertas abiertas, siguió andando y llegó hasta un parque, pero lo columpios estaban vacíos, tampoco allí vio a ningún niño. Así que siguió andando y llegó hasta una biblioteca, pero allí tampoco había ningún niño leyendo cuentos. Y cuando salió de biblioteca se empezó a escuchar una música muy bajita (ponemos música de circo muy bajita) no sabía de dónde provenía ese sonido, así que siguió andando y la música se empezó a oír más fuerte, caminó un poco más y la música se oía ya estupendamente, así que se puso a bailar. Bailó, bailó y bailó, pero no sabía qué tipo de música era aquella… ¿Sabéis vosotros dónde se oye esta música?
¡Exacto!, era la música de un Gran Circo, y mientras bailaba se fue acercando a él, y se dio cuenta de que por eso no había niños y niñas en ningún sitio, ¡Todos estaban en aquel circo!
Así que nuestro mago tuvo una gran idea, podría hacer sus maravillosos trucos en aquel circo, para que todos los niños de todas las ciudades pudieran verlos.
Cuando entró en el circo empezó a dar vueltas por el escenario hasta que encontró a alguien que trabajara allí, y no fue hasta que dio tres vueltas que encontró al payaso _______. Entonces le dijo que quería trabajar en el circo, pero el payaso le pidió que le hiciera un truco de magia para ver si de verdad era muy buen mago.
El Mago Pincelín no dudó ni un instante e hizo un truco fenomenal, cogió su varita mágica y cada vez que decía las palabras “La magia de Pincelín acaba de llegar” y movía su varita mágica, todos los niños y niñas del circo empezaban a correr en todas las direcciones, hasta que decía las palabras mágicas “La magia de Pincelín se va a acabar” y entonces todos los niños y niñas se quedaban sentados en sus asientos.
Los artistas del Circo se quedaron impresionados y decidieron que a partir de aquel día nuestro Mago actuaría siempre con ellos.
El Mago Pincelín se fue muy contento a la cama (los niños se tumban –relajación-) y pensando en todos los trucos que iba a poder enseñar a los niños a partir de ahora, se quedo dormidito hasta el día siguiente
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LA CAZA DE LOS INDIOS
Para este cuento, tendremos que preparar a los niños y niñas como si fuesen auténticos indios, pintándoles la cara y poniéndoles una cinta con una pluma en la cabeza.

El cuento tendrá lugar en el patio, donde se sentarán en círculo. Son de la tribu Kaffuti y ese es su campamento. Empezarán cantando la siguiente canción, que acompañarán con gestos:

Una mañana muy temprano, un grupo de indios se fueron de caza. Y antes de partir, todos en el poblado bailaron la danza del venado, que era una danza para tener buena suerte.

“Nos gusta reír, nos gusta cantar y bailar, pero lo que más nos gusta es cazar el venado”.

Los indios prepararon su arco y sus flechas, cogieron sus caballos y formando una fila india llegaron al bosque.(Nos levantamos, preparamos arco y flechas por medio de gestos y en fila imitaremos el movimiento de ir a caballo).

Tomaron el camino de la derecha, iban rodeando los árboles y escuchando atentamente los ruidos que llegaban a sus oídos. (El bosque estará formado por conos y picas. Rodear árboles equivaldrá a rodear picas con gestos de escuchar atentamente cualquier ruido del bosque. Mantener una actitud vigilante, escondiéndonos entre los árboles, para que no nos oigan)
Poco después llegaron a una zona montañosa. Antes de comenzar a escalar dejaron sus caballos atados a un árbol. Subieron una montaña, luego otra hasta llegar a un río. (Las montañas podrán ser sillas y bancos colocados estratégicamente para poder trepar. También pueden utilizarse los toboganes de plástico).

Varias canoas les estaba esperando. Se subieron a ellas y todos se pusieron a remar (dos golpes a un lado y dos al otro).

Pronto llegaron a las verdes praderas y echaron su cuerpo a tierra para que los animales no les vieran. Avanzaron arrastrándose durante un rato hasta que llegaron a una cueva.
(A continuación estará el río con sus canoas: aros pequeños colocados en fila. Se sentarán en el espacio interior de los aros y remarán –pueden ser también bancos suecos o colchonetas–. Una alfombra o colchoneta delimitará el espacio destinado a las verdes praderas. Los niños reptarán sobre ella).
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Parecía la guarida de un oso. Entraron con sus arcos y flechas preparados, pero no vieron ningún oso dentro. (La cueva estará elaborada con varias mesas, tapadas con una tela. A un lado quedará una abertura para entrar y salir. Entrará un grupo de exploradores que llevarán un distintivo).

No consiguieron cazar nada en todo el día así que decidieron volver andando al poblado. (Finalizar el circuito andando y regresar al centro donde está el poblado).

Al llegar allí volvieron a bailar de nuevo la danza del venado. Seguro que así tendrían más suerte al día siguiente. (Hacemos un círculo, comentamos las incidencias de la aventura. El jefe indio propone bailar de nuevo la danza del venado; siempre trae buena suerte).

Después, al llegar de noche, se metieron en sus sacos y durmieron alrededor del fuego. (Tumbados en el suelo, los papeles de periódico serán nuestros sacos de dormir. Después nos dormimos alrededor del fuego: papeles y bloques).

EL RELOJ DORMILÓN
imagenEste cuento está recomendado para niños de 5 años, aproximadamente, y para un número total de alumnos entre 15 y 20.

El lugar idóneo para ello sería un gimnasio (debido a su amplitud y disponibilidad de materiales).

Los materiales empleados serán aros, bancos suecos, colchonetas, pelotas y una cinta.

Objetivos:

- Desarrollo de las habilidades perceptivas básicas.
- Socialización.
- Desarrollo de las cualidades físicas y de la expresión no verbal.
- Aprender a relajarse, a respirar.
- Desarrollar la expresión musical.

Toda esta historia ocurrió en Relojelandia, el país donde nacen todos, todos los relojes que existen en el mundo.

Allí, vivía uno al que llamaban Dormilón. Se llamaba así porque nunca había sido capaz de marcar bien la hora y, como el tiempo no pasaba para él, siempre estaba durmiendo.

Una mañana, Dormilón se despertó a las 12.

Comenzó moviendo el pie derecho, el pie izquierdo, movió los hombros, el cuello y, por fin, aunque era muy perezoso, decidió levantarse. Entonces, comenzó a llorar mientras decía:


Soy el reloj más desgraciado de todos los relojes del país, todos funcionan perfectamente y pronto podrán irse al reino de los hombres pero yo, por dormilón, tendré que quedarme en mi país con todos los viejos relojes.

Pensativo, comenzó a andar todos imitamos:

* A un anciano con su joroba
* Andando a 4 patas.
* Cojeando de un pie.
* Y otras más que se le ocurrieron.

Mientras tanto en un lugar apartado del reino, se encontraba Temporín (el mejor amigo de Dormilón) reunido con todo el pueblo, para buscar una solución al grave problema de Dormilón.

Todos estaban sentados, cuando de pronto Temporín se levantó y dijo: "El que supere la prueba será el encargado de ir a la casa de Agujín-tin-tin (el gran mago de la montaña) y pedir consejo.

La prueba consiste (hagamosla):

Como vereis hay colocados sobre el suelo 4 aros, por los cuales deberemos de pasar.

* Por el primero con dos apoyos, pero colocados dentro del aro.
* Por el segundo con dos apoyos, pero uno colocado dentro del aro y otro fuera.
* Por el tercero con un solo apoyo colocado dentro del aro.
* Por el cuarto con un cuatro apoyos colocados en el centro del aro.

Todo tiene que hacerse en 1 minuto. Quien no se equivoque será el encargado de ir al monte Fantástico y a la casa de Agujín-tin-tin.

Todos los habitantes de Relojelandia realizaron la prueba y el más rápido de todos fue Temporín, el gran amigo de Dormilón, quien muy decidido recogió lo más importante de su casa y partió al largo viaje.

Primero iba muy rápido, dando saltos de alegría:

1º sobre sus dos pies.

2º sobre un pie nada más.

3º sobre sus talones.

Daba saltos y saltos de un lado para otro tomando al final las posturas más extrañas que puedas imaginar. Cuando se cansaba de dar saltos, continuaba dando volteretas, por todas las zonas de césped que encontraba a su paso. Daba volteretas hacia delante y hacia atrás.

Entre saltos y volteretas no se dio cuenta de que ya había llegado a casa del mago. El mago estaba en la puerta de su casa y corriendo preguntó a Temporín lo que ocurría; éste le contó el problema que tenían en el pueblo con Dormilón.

Agujín-tin-tin después de pensar un largo rato, decidió que lo mejor era ir al reino de Tuerquilandia donde había una hermosa tuerca que era mágica y que se era utilizada por Dormilón, lograría solucionar su problema.

Temporín volvía a saltar de alegría porque seguramente Dormilón quedaría curado, gracias al buen mago.

Pero para llegar a Tuerquilandia, deberá atravesar diez extraños países, cada uno de los cuales posee una enorme locura que se contagiaba a todo el que llegaba a ese país, por esto sería peligroso si Temporín se contagiaba en alguno de ellos. A pesar de esto el amigo de Dormilón optó por ir. El primer país en el que penetró fue Bambolín "El reino del balón".

Todos sus habitantes no paraban de lanzar un balón hacia arriba parándolo cada vez con unaparte distinta del cuerpo y nombrándola. La paraban con:

* El pie.
* La mano.
* La rodilla
* La cabeza
* El codo

Temporín comenzó a realizar todo lo que aquellos habitantes hacían.

Pero muy pronto se dio cuenta de que tenía que continuar buscando la tuerca mágica. Y traspasó la frontera de aquel país. Se sentó un momento para descansar y poder entrar en el segundo país. Este país se llamaba Lateralilandia. En éste todos los habitantes se lanzaban pelotas, pero lo único que importanba era recoger con la mano no dominante. Porque un gran mago se había encargado de paralizar las manos dominantes a todos los habitantes. ¿Nos saldrá a nosostros?

Estuvo Temporín inmerso en esta locura muy poco rato porque le parecía muy aburrida, así es que no tuvo ningún problema para poder traspasar la frontera de salida. Después de un pequeño descanso decidió penetrar en el tercer país, se llamaba Espacilandia.

Era un país enorme, sin embargo, sus habitantes se empeñaban en desplazarse de un sitio para otro, pero sólo por el centro del país, dejando todo lo demás vacío. Hagámoslo.

Todos se desplazaban por el centro, sin embargo, lo hacían con tal cuidado que no chocaban, porque si esto ocurría caían tendidos en el suelo sin saber por cuánto tiempo. A Temporín le parecían tontos, pero poco a poco fue entrando en el juego, tuvo mucho cuidado de no chocar con nadie, porque sería un verdadero desastre, no podría recoger la famosa tuerca.

Pronto entró en el cuarto país. Era un país de nombre desconocido porque nadie había logrado salir de él. Cuando entró en él pudo ver como todos sus habitantes estaban colocados en parejas y jugaban a ponerse a la derecha del compañero, a la izquierda, delante y detrás. Uno de ellos siempre ocupaba la misma posición, mientras el otro cambiaba continuamente. A Temporín se parecieron curiosos los términos derecha, izquierda, delante y detrás. No paraba de probar para aprenderlos todos muy bien. Tardó bastante rato en salir de este país. Por fin se dio cuenta de que el tiempo pasaba y debía continuar. Por fin entró en el quinto país, Flexibilandia.

Todos los habitantes de este país estaban preocupados por doblar la cintura y dejando las piernas bien rectas llegar al suelo e intentaban tocar con als manos el talón, sin doblar los pies y hacían muchos más ejercicios. Le resultaron muy difíciles estos ejercicios y no tuvo más remedio que descansar un largo rato. Respiró e inspiró varias veces intentando recuperarse. Siempre pro la nariz intentando hinchar la barriga en la inspiración y luego desinflarla.

Pronto pudo entrar en el sexto país, Equilibrín. Ya le quedaba menos. En este país estaban todos los habitantes haciendo equilibrios, sobre un pie, sobre los talones, sobre las puntas de los pies, siguiendo una línea imaginaria, subiendo y bajando de un banco,...

A Temporín le gustaba mucho esto del equilibrio y se quedó demasiado teimpo en este país. Pasó al séptimo país. Este era el más importante de todos, si lograba pasar esta prueba practicamente estaría todo resuelto. Se llama Ritmilandia, en él se oía una gran música y todos sus habitantes se movían al ritmo de ésta. Cuando la música se paraba, el cuerpo de todos los habitantes se paralizaba por completo y se iba recuperando el movimiento de la siguiente manera:

* Mano izquierda dedo pulgar
* Dedo meñique
* Muñeca y brazo.
* Hombro solo
* Cuello solo
* Cintura solamente
* Tobillo solamente
* Rodilla solamente
* Brazo solamente
* Manos
* Hombros
* Hombros, manos, cuello
* Brazos, hombros.
* cintura
* cintura, hombros, brazos, manos.
* Todo el cuerpo.
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A Temporín le costó mucho salir de este país. Estaba muy cansado y aún le quedaban 3 países, así que decidió continuar. Al cabo de un rato entró en Animilandia, el octavo país. Se llamaba así porque todos los hombres de este país andaban de un lado para otro sin chocar, pero expresando alegría, tristeza, asombro, preocupación... había una voz muy fuerte que indicaba en que estado de animo se tenían que encontrar los habitantes, todos tenían que obedecer, porque sino caen tendidos en el suelo y no se pueden levantar hasta que no comienza otro estado de ánimo. A Temporín le resultó muy difícil poder salir de este país, pero con mucho ánimo logró salir y entrar en el penultimo país. Era el país de los balones, todos los habitantes se desplazaban por el espacio en parejas con un balón, lanzandolo de una manera y recogiendolo el compañero de otra forma diferente: unas veces la lanza sentado y el compañero la recoge de pie con las dos manos.

Para salir de este país Temporín tuvo que investigar 5 formas diferentes de lanzar y recoger la pelota.

Por fin Temporín pudo salir de este país y por fin pudo penetrar en el último país donde estaba la tuerca mágica. En este país todos los habitantes andaban hacia atrás. Temporín comenzó a realizar el juego y cuando vió que todos los habitantes del país estaban distraídos cogió la tuerca mágica. Pidió un gran deseo, llegar rápido a Relojelandia, donde estaba seguro que lo estaban esperando. El deseo se cumplió y después de dar giros tumbado en el suelo hacia la izquierda y la derecha llegó a Relojelandia. La gente en Relojelandia estaba muy tristes, pero a medida que iba pasando Temporín con la tuerca en la mano, todos reían, saltaban y realizaban giros de alegría.

Temporín corrió en busca de Dormilón, le dió la tuerca mágica y Dormilón empezó a funcionar. El pueblo enteró aplaudía. Para celebrarlo se organizó una gran fiesta en la que todos bailaron y cantaron. Al finalizar la fiesta se fueron a dormir.
LA HISTORIA DE LA ARDILLA ZV
Érase una vez una pequeña ardilla llamada ZV, que vivía en un inmenso bosque. Sus árboles eran muy altos (los niños miran hacia arriba) y estaban cargados de sus frutos favoritos: las bellotas. Las miraba siempre sorprendida (cara de asombro) y con ganas de crecer para, así, poder llegar a alcanzarlas algún día.

La ardilla intentó trepar por el árbol (imitar la trepa), cuando una fuerte lluvia le hizo resbalar por el tronco hasta llegar de nuevo al suelo (agacharse hasta el suelo lentamente). Al día siguiente, intentó subir de nuevo y, con gran valentía y esperanza, comenzó a subir por el largo tronco (imitar la trepa). De repente, un pájaro gigante la cogió con su pico (cara de susto y un grito) y la llevó hasta el suelo otra vez (agacharse hasta el suelo lentamente). ZV estaba enfadada (cara de enfado, patadas al aire…) porque el esfuerzo empleado para llegar a las bellotas no se vio recompensado. Se fue a casa… (andar)

A la semana siguiente, corrió otra vez en busca de su alimento favorito.

-¡Esta vez lo conseguiré! (un brazo en alto) –dijo ZV entusiasmada.
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Llamó a cuatro amigos para que le ayudaran (hacer gesto con la mano como diciendo “¡venid!”). Su plan era coger una sábana por las cuatro esquinas y montarse en ella mientras sus amigos le lanzaban hacia arriba (simularlo). La impulsaron tres, cuatro, cinco veces… pero cuando había conseguido la suficiente altura, quedó cegada por el radiante sol del verano (manos en los ojos).

Entonces, después de un tiempo sin volver a intentarlo, descubrió que en los árboles ya no había bellotas, ¡ni siquiera hojas! (cara de sorpresa). Todas estaban cubriendo el suelo con una capa amarilla y marrón. ZV lloraba desconsolada sentada en una de las grandes piedras del bosque hasta que alguien oyó su llanto… (Sentarse en el suelo y llorar) Ese alguien se acercaba con una ligera brisa… ¡Era el viento! (soplar)
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-¿Qué te ha pasado, pequeña ardilla? –dijo éste.
-¡Nunca podré alcanzar mis preciadas bellotas! –dijo ZV llorando. (llorar)
-Pero, ¿por qué dices eso? –insistió el viento.
-Han desaparecido, ¿no lo ves? Ya no las volveré a probar… ¡ni siquiera a ver! (cara de tristeza)

Entonces, el viento, tomando una bocanada de aire, sopló muy fuerte y… (imitarlo) todas esas hojas secas que cubrían el suelo salieron volando.

A ZV se le iluminó la cara con una sonrisa y dio un gran salto de la piedra (reproducirlo). No podía creer lo que sus ojos estaban viendo (cara de sorpresa). ¡El viento había creado un suelo de bellotas! Corrió hacia ellas, comenzó a tocarlas, a lanzarlas por los aires… (imitarlo)
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-¡Gracias, viento! ¡Eres un gran amigo! (felicidad)
-De nada, ZV. Sólo tenías que tener un poco de paciencia…

Y así, ZV vivió feliz con sus bellotas mientras el viento se alejaba por el bosque (decir “adiós” con la mano).



TODOS SOMOS DIFERENTES



Cuenta una historia de que varios animales decidieron abrir una escuela en el bosque. Se reunieron y empezaron a elegir las disciplinas que serian impartidas durante el curso.
El pájaro insistió en que la escuela tuviera un curso de vuelo. El pez, que la natación fuera también incluida en el currículo. La ardilla creía que la enseñanza de subir en perpendicular en los árboles era fundamental. El conejo quería, de todas formas, que la carrera fuera también incluida en el programa de disciplinas de la escuela.


Cuento sobre el respeto

Y así siguieron los demás animales, sin saber que cometían un grande error. Todas las sugerencias fueron consideradas y aprobadas. Era obligatorio que todos los animales practicasen todas las disciplinas.
Al día siguiente, empezaron a poner en práctica el programa de estudios. Al principio, el conejo se salió magníficamente en la carrera; nadie corría con tanta velocidad como él.
Cuentos infantilesSin embargo, las dificultades y los problemas empezaron cuando el conejo se puso a aprender a volar. Lo pusieron en una rama de un árbol, y le ordenaron que saltara y volara.
El conejo saltó desde arriba, y el golpe fue tan grande que se rompió las dos piernas. No aprendió a volar, y además no pudo seguir corriendo como antes.
Al pájaro, que volaba y volaba como nadie, le obligaron a excavar agujeros como a un topo, pero claro, no lo consiguió.
Por el inmenso esfuerzo que tubo que hacer, acabó rompiendo su pico y sus asas, quedando muchos días sin poder volar. Todo por intentar hacer lo mismo que un topo.
La misma situación fue vivida por un pez, por una ardilla y un perro que no pudieron volar, saliendo todos heridos. Al final, la escuela tuvo que cerrar sus puertas.
¿Y saben por qué? Porque los animales llegaron a la conclusión de que todos somos diferentes. Cada uno tiene sus virtudes y también sus debilidades.
Un gato jamás ladrará como un perro, o nadará como un pez. No podemos obligar a que los demás sean, piensen, y hagan algunas cosas como nosotros. Lo que iremos conseguir con eso es que ellos sufran por no conseguir hacer algo de igual manera que nosotros, y por no hacer lo que realmente les gustan.
Debemos respetar las opiniones de los demás, así como sus capacidades y limitaciones. Si alguien es distinto a nosotros, no quiere decir que él sea mejor ni peor que nosotros. Es apenas alguien diferente a quien debemos respetar.
FIN

LA TORTUGA DESOBEDIENTE


Era una vez una tortuguita que se llamaba Ruby y que vivía con su mamá y sus dos hermanitas tortugas. Un día, la mamá le dijo a Ruby que cuidara de sus hermanitas porque ella iba al campo en busca de unas hojas frescas para comer.
Ruby le contestó que sí, que ella cuidaría de sus hermanas. Pero a lo lejos, Ruby, la tortuguita, escuchó una música que le gustaba y se colocó una blusa de color rojo, un sombrero, una falda amplia y se puso sus tacones para ir a bailar, porque decía que le gustaba esa música que estaba sonando.

Cuentos infantilesCuento sobre la obediencia

Cuando llegó al lugar de donde venía la música, se encontró que allí vivía un perro que se llamaba Franklin, el cual le dijo que él tenía mucha hambre y que si ella no había pasado por algún lugar adonde hubiera comida abundante.
Ella le dijo: "tranquilo amigo, yo te voy a ayudar a conseguir comida. Cuando tu dueño se ponga a comer me avisas". Así fue, cuando el señor José se iba a llevar un muslo de pollo a la boca, vino la tortuguita Ruby y le mordió el dedo gordo del pie.
Del dolor que le produjo la mordedura de la tortuga, soltó el muslo de pollo de inmediato, llegó el perro y se lo llevó corriendo para comérselo lejos porque tenía mucha hambre.
El señor José se puso a llorar; de inmediato su esposa, la señora María le preguntó que por qué daba tantos gritos. Él le mostró la herida que le había hecho la tortuguita y le pidió que llenara una olla grande con agua y la pusiera en el fogón a calentar para meter a la tortuguita dentro del agua caliente y poderla comer.
Después llegó el perro y escuchó que la señora María buscaba afanada a la tortuguita porque el agua ya estaba caliente, pero Franklin, el perro, sabía que matarían a su amiga la tortuguita Ruby por haberlo ayudado a conseguir comida.
Olfateó dónde se encontraba la tortuguita que se encontraba debajo de una cama y le dijo: "Sssssh..., no te preocupes, que cuando se acuesten yo te abro la puerta para que salgas".
Cuando oscureció la tortuguita Ruby salió y el perro se despidió de ella en la puerta.
La tortuguita tuvo mala suerte porque un señor que iba paseando por la calle la vio y la metió en un saco, pero como el perro vio que Ruby la tortuguita estaba en peligro, corrió muy deprisa y mordió en la nalga al señor.
Luego el señor soltó el saco y el perro Franklin ayudó a salir a Ruby, la tortuguita, del saco, cuando de pronto vieron que la mamá de la tortuguita venía, llamándola, junto con sus hermanitas.
La tortuguita Ruby le prometió a su mamá que la obedecería, ya que casi pierde la vida por desobedecerla. Y además, no había sido tan responsable dejando a sus hermanitas solitas.
FIN


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